Los trabajos que se presentan fueron realizados con la ayuda del Ministerio de Cultura de España, la Universidad Complutense de Madrid y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Han participado especialistas a los que tenemos que expresar nuestro reconocimiento y que figuran en la relación de autores de esta obra. Pero a todos ellos tenemos que añadir los nombres de quienes nos han abierto puertas y nos han ayudado en multitud de fases críticas de nuestra investigación. Hemos de mencionar en primer lugar a los profesores Stefano di Carlo y Renata Cantilena, que nos hicieron las sugerencias arriba indicadas y determinaron nuestra decisión de trabajar en este lugar. También hemos recibido en todos estos años apoyos y ayudas por parte del doctor Antonio d’Ambrosio, que era el director de las excavaciones de Pompeya cuando iniciamos nuestros primeros trabajos. Igualmente a quienes le han sucedido: el doctor Antonio Varone, que nos animó siempre a trabajar en un lugar al que decía que tenían puesta una cruz por el estado de destrucción en que se encontraba. También la actual directora Grete Stefani y a los soprintendentes que han tenido a su cargo la responsabilidad de este conjunto arqueológico de dimensión internacional prof. Pier Giovanni Guzzo, doctora María Teresa Cinquantaquattro, y actualmente el prof. Massimo Ossana.
Queremos dedicar una especial mención a la persona que siempre ha estado a nuestro lado abriendo las puertas, haciéndonos indicaciones y facilitándonos información que nosotros no hubiéramos podido tener sin su ayuda, se trata del arqueólogo Giuseppe Vincenzo Sabini, con quien al cabo de los años hemos establecido una estrecha relación de amistad. Debemos también mencionar de manera muy especial la extraordinaria eficacia de Ernesta Rizzo en la secretaría de la Soprintendenza. Y son muchos más los nombres de las personas que nos han ayudado en Pompeya como Luisa Pagano en el depósito de piezas y todos los que custodian y gestionan hoy el yacimiento. De igual modo hemos tenido que recurrir a la ayuda de las personas que tienen bajo su custodia los fondos documentales y arqueológicos en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles y en el Archivo de Estado. En primer lugar, la directora Valeria Sampaolo, y Alessandra Villone, el excelente fotógrafo Giorgio Albano. En el Archivo de Estado debemos nuestro agradecimiento a la directora Imma Scione y el doctor Damiano Gaetano. Sin duda son muchos más los nombres que podríamos añadir a esta lista de agradecimientos, pero de manera general debemos reconocer que los investigadores españoles recibimos siempre la más calurosa acogida en todos los lugares que hemos necesitado de nuestros colegas napolitanos
Las primeras campañas fueron posibles gracias al programa de excavaciones arqueológicas en el exterior coordinado por el Instituto del Patrimonio Histórico (luego IPCE) dependiente del Ministerio de Cultura. A su director Alfonso Muñoz Cosme y a Concepción Martín nuestro primer agradecimiento por haber comprendido el valor de este tipo de trabajos y su repercusión en la arqueología española.
Tuvimos también en España el apoyo de la Facultad de Geografía e Historia de la Unversidad Complutense de Madrid donde hemos contado con el apoyo como decano del profesor Luis Enrique Otero Carvajal. Finalmente, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando han acogido nuestro proyecto los directores Antonio Bonet Correa y Fernando de Terán. Agradecemos su colaboración y las facilidades para hacer uso en ambas instituciones de unas infraestructuras que nos han servido de gran utilidad en el proyecto.
Finalmente, debemos reconocer la generosidad y dedicación de cerca de un centenar de doctores y licenciados de varias universidades que han participado con nosotros en los trabajos de campo que se han desarrollado durante casi diez años en un grado o en otro. La idea de trabajar en Pompeya era para ellos suficiente recompensa, pero no por ello debemos dejar a un lado la cantidad de días que han trabajado en toda suerte de condiciones climáticas. A veces con calor, con lluvia, con frio y hasta con nieve, pero animados por la idea de que estabamos en Pompeya, recuperando de las cenizas, las trazas de una casa que habían excavado y trabajado Alcubierre, Weber, Camillo Paderni, Canart, los hermanos La Vega, Fiorelli y Spano y que finalmente se había sumergido en el olvido tras el desdichado bombardeo de 1943. El trabajo de todos ellos está recogido y reconocido en estas páginas.